Sámer, endless sámer

Chapalmalalalal, 45 de Mayo (cerca de la Revolución) de 2010

17º la térmica, 225 Hector Pascuales

Querido Diario:

Mens sana in corpore sano.  El sentido y la cabeza gobiernan al sentimiento.  No.  Niégome.  Definitivamente no dejaré que nunca mas a partir de este instante la Razón tome control de mi pórcupe ser.  Estoy considerando seriamente darle una chance a Crónica. En-tre-meses mi vida ha dado un vuelco que ninguna grúa parece querer remolcar.  Y aquí, varada en Baradero, dirimo cuestiones en cuanto al proceder pasado y futuro.

Quedan breves postales felices de este verano.  Juan Carlos cayó el dia de mi cumpleaños con la vela posada en una tortita negra y otra tortita rubia del brazo derecho.  Supongo que se habrá dado cuenta ante mi gesto de desaprobación facial que no había sido la mejor idea ni manera de presentar la propuesta por lo que puso a las tortas en un taxi y decidió resarcirse a la semana siguiente con dos pasajes con estadía y media pensíon en un apart en Mar del Fukyú.  Pensé que debo quererlo mucho porque a pesar del desafortunado incidente del dia de mi natalicio, acepté la invitación y enmaleté los básicos para una semanita, a saber:

-Protector de pantalla factor AG

-Trikini al crochet amorosamente tejida por la abuela Goye (quien merece entrada aparte, en breve)

-Pinza depilatoria a prueba de canutos rebeldes y cañetes enfervorizados.

-Manual de Blanca Crotta "Como hacer feliz a un hombre a través de su tracto digestivo en 10 días" y "Guía Filcar de las zonas erógenas masculinas" (esto en dvd, narrado por una simpática ibérica cual Ge Pé Ese)

-Atuendos diversos para diversos divertimentos pos playeriles.

-Botiquin de emergencia, con abundancia de pastillas de carbón dado que mi querido JC es sensible a los aires de mar y varias cajas de Roviralta 100mg por cualquier eventualidad.

Los primeros días transcurrieron de manera idilica, rebozándonos en las calientes arenas durante el día y retozando cornalitos al ajillo por las ventosas noches con lo que casi llegúe a relajarme y pensar que por fin la plenitut habia tocado mi puerta y se había acomodado en el living a dormir a pata suelta.  Relajé mi ser entero calciplus en los metalúrgicos y peronistas brazos de Juan Carlos ignotamente convencida de que la vida me estaba dando una segunda vuelta para que esta vez sea yo la que arranque el pendorcho en la calesita.

Pero no.  Porque justamente allí, en este recóndito rincón de la bosta atlántica y enmascarado tras un vistoso traje de plumetí emulando a Libertad Leblanc en "Fiebre de Nicolino Loche", mi pasado me abofeteó las enrojecidas mejillas.  Allí estaba EL, abrazando un manojo de pirulines que libidinosamente ofrecía a todo aquel que quisiera embadurnarse los molares en su dulce manjar.  Juan Carlos engullía choclo y cho clonazepam. Y a pesar de que cerré fuertemente los ósculos rogando que fuera un espejismo consecuencia de la abundosa cena de mondiola en salsa de finas yerbas, el segúia alli.

Sobra decir que su oscura figura turbó-mas que nunca mi vapuleada humanidad.  Tramonta y su oscura humanidad que mecíanse en mi psique cual hamaca boliguaya.  Tramonta y sus ojos amarillentos que incineraban el frágil troquelado de la triquini.  Tramonta y su sonrisa carente de apendices dénticos que evidentemente no habia olvidado.Y ya no pude pensar mas.

Y huí.  Huí de la que supongo habrá sido la cara de incredulidad de mi fornido Iron Man.  Huí de la marejada de recuerdos que prometía engullirse a mi modesta tablita barrenadora de tergoporls.  Huí de migosisma para no volverme jamás.

Complicada y aturdida, sali a la ruta como hubiere hecho tiempo atrás en un deshá vu que jamas pensé que retornaría. Y ahora, varada en Baradero, para variar, desvarío.