Rock bottom / Tocando fondo

Querido Diario,

Oye mi cuerpo pide basta a  la luz (o mas bien mejor dicho, la oscuridát?) de los ultimos acontecimientos.  La penosa sensación de regodearme en mi propio, profundo y depresivo pozo bachero de avenida del Gran Buenos Aires ha llegado a su fim.  Esta mañana me desperté y tuve una epifanía digna de final de cuento de Jorge Bucal.  No merezco esto.  No lo necesito.  Todo muy rico, te agradezco las atenciones pero pasame el gamoulánd que me voy a casa.

Todos ELLOS que son UNO.  Ese UNO que elijo cada vez que intento, siempre termina siendo TODOS.  Todos ellos que esconden la mano y tiran la primera piedra de mano Durán y que yo alcanzo a manotiar para hacerme un manantial zen de paz interior sin percatarme que no son elementos decorativos sino piedrazos a mi ser.  Niégome. Patada al manantialito que arrullaba mis tardes de Rial con su ágüico eco, ya que has sido construido sobre mentiras.  Mejor ahi clavo un potus, será mucho mas sincero.

Esta mañana de revelaciones ajunté mis paupérrimos bártulos esparcidos sobre la resaca de la noche anterior y me encaminé hacia la parada del ómnibus. 

Tapiales (escala en Yoján es Burgos) - 23.47 - coche cama. 

 Aposenté mi esqueloide en la banca mas cercana y una vez mas esperé que el destino se pusiera de una puta vez de mi lado.  Tengo que dejar de confiar.

Pasan los hombres con atachés.  Pasan las mujeres de falda y nalga a cuanto el kilo. Pasan los nignos, hilando mucosidad sobre figuritas de ben dié.  Pasan los bichacos, tan ignotos de los problemas del mundo que hasta me hacen sentir una malsana envidia.  Yo los miro con los ojos vacíos porque a la noche todos los gatos son pradón. No distingo sexo, religión ni status quo.  Son solo masas cárnicas que se bamboleian en la gris estación chapalmalalense.  Y yo aspiro la ultima pitada y aspiro a más.  Aspiro amas.  Ass piro.