
El devenir de los ultimos acontecimientos me ha convertido en una persona meditabunda e insight. Paso mis tardes tomando té de jenjible y ruda macho al tiempo que veo el programa de Claudio Maria Dominguez "Clávese (un tinto) para un mundo mejor". He recolectado cantidad de material sobre el arte de la auto sanación psico-físico-química y he adquirido los volúmenes I al XVII de las enseñanzas de Soi Barba y Paulo Pomelo, dos gurúes del florecimiento interior. Me siento bien. Soy una con el Universo. Nada me perturba.. bueno, casi nada.
Producto de mi alto grado de actividad intelectual y espiritual del último tiempo, he caído en el profundo análisis de ciertas frases que desde nuestra mas tierna infancia son instaladas en nuestra ps-y-qué cual arquetipos de aquello que debería ser. He llegado a la conclusión de que las mismas son grandemente nocivas y, en la mayoría de los casos, causantes de los garrafales errores comentidos en nuestras vidas en materia amorosa.
El príncipe azul y/o encantado; la media naranja; el alma gemela; el compañero de ruta; la otra mitad; el roto para el descosido; el hombre de tus sueños; el galán de la telenovelas; la pareja ideal... podría seguir forever.
Sin enverga, la iluminación de la que he sido objeto la última semana me ha enseñado a desechar todos los conceptos anteriormente vertidos. Soy un ser de luz, un ser único y especial, un ser citrus que merece ser bienamada. Gracias a lo antesdicho, siento que me he despojado de mis prejuicios y arquetipos para reconocerme renovada y darme cuenta de que por mas vueltas que le demos, siempre, indefectiblemente siempre, terminamos enamorándonos de un sapo con corona.