Querido Diario,
Esta mañana desperté de a subreptos debido al incesante tilinguear del teléfono móvil. Consecuencia de mi falta de comunicacion con el mundo exterior en las últimas semanas dada mi entera entrega al cuidado de los nignos, desconocía la locación del mismo por lo que su búsqueda requió del aguzado uso de mis sentidos olfa y auditivos.
La cadenciosa melodía de mi rínton favorito (un cover del puma Rodriguez de "La gente va llegando al baile" por Judas Priest) me guiaba ciegamente hacia el tualé. A tientas, encendí las luces y allí estaba, en el segundo estante entre las muestras gratis de Roviralta y la botella de Smurffnoff. Cogílo raudamente, no sea cosa que mi abrupto despertar y posterior búsqueda del tesoro hubieren sido al flato y contesté en un jadeante "Hola.. Diga...?"
Era Madre. Luego de la obvia y esperable reprimenda acerca de mi tardanza,el subsiguiente discurso sermonal respecto del ordem y progresso y sin mediar disculpa alguna por la tempranez del llamado o pregunta casual sobre mi estado actual, me esputuló aquello que viene carcomiendo mi mental ever since:
En fin nena, te llamaba para decirte que te arreglé algo para esta noche. Es un muchacho amoroso... Chsstt!! -chistido represor en respuesta a mi inminente yet aun no pronunciada queja- Se llama Juan Carlos y es hijo de un amigo de papá del sindicato. Sobra decir que tanto él como yo estamos encantados!!! Es un muchacho grandote, metalúrgico y proveniente de una familia argentina, blanca y peronista. Vas a ver que la vas a pasar bomba nena! Te pasa a buscar a las 8.30. Quedate tranquila que le dije que te lleve a alguna pizzería porque la comida exótica te da muchos gases. Depilate. Besitos!!!
Y sin más (y supongo que por una necesidad imperiosa de respirar ya que el discurso anterior fue pronunciado como siempre careciendo de pausas inspirales), me colgó.