Sólo telarañas que teje el yuyal...

Vuelta obligada, 90 de Cintura de 20222

Querido Diario:

Cuanta niebla hay en mi alma.

Que silencio hay en tu puerta.

Al llegar hasta el umbral

un candado de dolor

me detuvo el corazón.

Finalmente esta mañana llegó el dia D. Durante todo el trashecto concomitante entre mi oasis cardaliano y mi última morada del dolor, mi mente jugaba al ta-te-tí (y a veces al te-to) con las posibilidades que esperábanme a mi llegada. Imaginé que palabras diría YO y que frases contestaría EL. Fantasié con un Tramonta arrepentido y una Evadam que no sucumbía ante sus encantos. Deliré con la chance de que todo esto hubiera sido un sueño y que en realidad en casa me esperaba en la port Osvaldo (mi amor de la infancia) y nuestros rubios y rollizos nignos.

Pero not. La cruda realidad era otra y al bajarme del 249 ramal Jorge me temblaron las piernas, por primera vez desde mi apurada partida allá lejos y hace no tanto tiempo. Caminé lentamente las dos cuadras que separaban mi casa de la parada mientras aspiraba finamente el humo de los caños de escape al tiempo que pensaba en la paradoja de que también fumándome un caño podría escapar. Aunque sea un rato.

Paré en seco frente a aquella puerta que me era tan familiar. Las persianas bajas y el amontonamiento de correspondencia dendebajo del portón daban cuenta que hacía tiempo que nadie entraba allí. O salía. Por un instante mis nudishos se anudaron un poco más y no me creí capaz de coger la aldaba para dentrarle. Pero junté coráje, inserté la llave en el cerrojo y le di vueltas.

Y la sorpresa se apoderó de mi. Quedé inmóvil e impótume como quien queda inmóvil e impótume. ¡Cómo quisiera tener el ajo/oráculo de Gladys para preguntarle mi obrar futuro!