Ma petite voyageuse

Ella pensaba que yo era una amarga.

Yo estaba convencida de que era una conchuda.

Ella esputulaba un "Hallo!" desde allá arriba, a nosotros, pobres mortales dendebajo.

Yo fortalecía mi convencimiento que era una pendejita con un acento inglés falso y afectado.

Y una mañana, así como quien no quiere la cosa desayunamos.

Y me regaló una sonrisa que no le había visto nunca.

Y yo, envalentonada con ese garrafal logro, quise quedarme un rato más con esa sucesión de dientes blancos y decidí que hacerla reír me hacía reír.

Y yo dejé de ser una amarga.

Y ella dejó de ser una conchuda.

Porque a pesar de levantar murallas de concreto y alambre de púas, la abrazo.

Porque su risa se parece a la de Cruella Deville, pero es sincera y desacartonada.

Porque reconoce y hace que yo reconozca.

Porque me quiere a pesar de que dice que le cuesta querer.

Porque la quiero, ya que es muy fácil quererla.

Porque todavía no se fue y ya la extraño.

Bon Voyage ma petite! Je t'aime!