Estado de Sitio, 24 de Masho de 1996

Querido Diario:
Escribo desde el letargo de mi camastro, dado que ni siquiera la gripe ha tenido compasión por migo misma. Esta mañana, al despertar las emanaciones naso-fluviales evidenciaban la llegada de este desagradable fenómeno estival.
Ignotamente decidí no darle importancia al mismo y me dispuse a preparar las viandas de mis pequeñuelos (unos deliciosos pebetes de mantecado de maní y anguila gutierrez) cuando enderreprontamente comenzó a sonar en mi parietal derecho un sonido como de garotos danzando capoeira en plaza Miserere. Punzadas de dolor, es-calor-fríos recorríendome la spinal tap y fiebre más alta que la del sábado x la noche hablaban a las claras de que la gripe se había instalado en mi cuerpo.
A-terrada dada la alerta metiorológica y preventiva x la piggy flu, decidi echar mano a todos los recursos habidos y por haber para, si no combatir, por lo menos minimizar dicho fenómeno por lo que en un lapso no mayor a 95 minutos ingerí 2 litros de jugo de naranja (con pulpa y semilla, para que no se pierda ningún nutriente esencial), media onza de leche tibia con whisky -calculen 2 o 3 mediditas x taza-, fomentos en sociedad de ruda macho y hembra sobre el pechio e inhalaciones de vapor de agua con vicvaporú.
Tramontina, al darse cuenta de la gravedad de los hechos salubres en mi persona, corrió a buscar un antiguo suspensor que utilizó a modo de barbijo y sin decir "siquiera", corrió hacia la farmacia mas cercana a colocarse la correspondiente vacuna antigrip.

Hace 2 horas recibí un llamado. Era EL, desde Chapalmadal, para avisarme que se quedaría con su Abuela Goye hasta que pase el temblor. Simplemente no pude contestar. ¿Donde quedó el "en la salud y en la enfermedad"? Esta noche ingeriré un licuadito de antigripales, ron wood y caldo'eposho como para ver si amaina la febrícula y puedo entregarme a los brazos de morfeo a soñar con un amor que me sostenga el termómetro.