Re-velación

Mismo camino de Cintura de ayer (cada vez mas ancha debido al pan casero) Estado de Cincinatti, diga 33 y tosa.

Querido Diario:

Escribo hoy desde la paz de un jardin florido. Auguro que mi vida a partir de ahora ya no será la misma y me sorprendo ante lo repentinos vuelcos del destino.

Ayer nomás hallábame tendida en la ruta, solita y silveyra, esperando que algún alma generosa me ofreciera tranporte hacia cualquier lugar lejano de aquel antro de promiscuidad y proselitismo. Pasaron minutos, horas y la noche cayó sobre mí, impiadosa, sin el menor tipo de compasión hacia el brutal destino que me había tocado en suerte. Junto con la negrura de la noche el frío se hizo presente, y yo en corpiño calado!! Me acurruqué haciéndome un Oh villo y cobijé mis huesos al abrigo de un Narciso en flor, masqué unas hojas de Menta y vaya uno a saber por que me acordé de Ibánez, aquél compañero de la secundaria que había dedicado su vida al transformismo.

Casi ya mis ojos habían cedido al cansancio y el desasosiego cuando derreprontamente una luz amarilla cegó mis sentidos y me sentí como un bambi a punto de ser atropellado. Cuando por fin mis retinas se acostumbraron a la luz, pude distinguir un camión con acoplado de color rojo bermellón. Me enderecé como pude y acerqué mi despeinada melena hacia la ventanilla del conductor, cuya sonrisa era una mezcla de amarillentos dientes tabacaleros y coronas de plata 600.

Subí al vehículo automotor y antes de poder decir palabra, el conductor (cuyo nombre remains a mystery) encendió el burro y le dio arranque. No medió palabra entre ambos dado que no medió bola durante todo el camino. Apenas esbozaba yo un atisbo de charla, el hombre se mostraba sonriente y movía la cabeza en gesto de "no es nesário, chiquita".

Así nos trasladamos durante aproximadamente 70' hasta llegar a una verja grande que oficiaba de entrada a un jardín. Descendí, la puerta se cerró detras de mí y así detrás de mí se fue el camión, dejando abandonada la ilusión que había en mi corazón, salí. Cien por Siento Ignota de información acerca de este lugar, empujé la verja y me adentré en un paraíso terrenal de rosas, rojas, flores de loto, enamoradas del muro, el hecho y por potus propio me senté a la vera del aljibe. Fue allí donde tuve la revelación de esta renovada esperanza y aire de buenos tiempos futuros. Por lo pronto, debo averiguar quien soy y donde estoy, dado que en este momento siento una figura que me respira incesante en la nuca tratando de ver que escribo. Prometo prontas novedades.