Puerta de Tannhaüser, 5 de Marzo de 2000 10
Querido Diario,
Si bien me lo ha demostrado en innúmeres ocasiones, hoy me he convencido de que el destino obra de maneras misteriosas y una idea tan simple como el fino aleteo de un mariposón de Constitución o las zigzagueantes volutas de humo que le escapan al escape del 165 ramal Isidro Casanmoria pueden ser origen de inmensos cambios en la estructura del universo. Al menos del mio propio.
Como hubiere sido prometido, mi espiritualidad alcanzó nuevos horizontes de la firme mano de mi gurú chapalmalalense, Don Yónson. El sábado próximopasado pasó a por mí ni bien entrada la mañana y nos dirigimos raudamente hacia una población cercana a bordo de su Dódshe modelo 76', adobado pintorescamente para emular a aquel de los "Duques de Jázar" y de cuyo retroview mirror pendían dos dados de plush fuxia, un chupete de Larrúa, un Rosario, una Ushuaia y una carta de la Liga de la Justicia Argentina, debidamente plastificada y autografiada por el mismísimo SuperTransformete.
Fuimos recibidos por un Omar Chamán, un renombrado dealer de espiritualidad puerta a puerta. Entregada como estaba a la mística pura, mi yo de ahora mismo no tardó en perderse en los vericuetos de su ensortijada barba para descubrir los misterios del cosmos. Multiplicidad de prácticas abrieron mis sentidos mas internos hacia el alumbrado barrido y limpieza de mi alma y emprendí el camino de regreso más turbada que nunca, sintiendo que flotaba en un colchón de frutos rojos.
Fue allí, echada sobre el foot-on embelesmada en el canal de compras por te vé que comprendí todo. Mientras una sobreactuada señorita acomodaba zapatos de dudoso gusto y botinetas de media estación en una suerte de cajoneta de varios compartimentos para escuender bajo la cama, vi claramente el panorama cero de mi vida: Los vi a ELLOS, escapando cual bombachas rebeldes de los cajones de la cómoda. Y comprendí que necesito ordenar; necesito clasificar; necesito separar el trigo de la paja y la paja de la mañana porque no da; necesito darle a cada uno el lugar que merece y le corresponde y ubicarlo en el compartimento seleccionado para dicho propósito.

Es tan claro que ni le quiero echar agua. Me siento plena ante la certeza de tener una tarea a la cual abocarme. Saldré a la vida a buscar cajoneta espiritual en donde placear a los másculos que han tanto lascerado mi alma para, una vez debidamente punidos, patearlos abajo de la cama. Momento, ahora pienso ¿donde los escuendo si tengo sommier?